A
pesar de constituir la quinta armada del mundo y contar con buques
espléndidos como los acorazados Clase Littorio, la actuación de la
Regia Marina durante
la Segunda Guerra Mundial fue mayormente decepcionante, lo cual se
debió a la carencia de radar y aviación embarcada, la escasez de
combustible y la falta de iniciativa y pericia de muchos de sus
comandantes. Sin embargo, el desempeño de sus unidades menores
-naves de escolta, lanchas torpederas, submarinos y "torpedos
humanos"- fue en general sobresaliente, y un buen ejemplo de
ello lo constituye un doble combate que tuvo lugar en el Mar Egeo en
la primavera de 1941.
Ya
a fines de octubre de 1940, con motivo de la invasión italiana de
Grecia, el premier británico Winston Churchill declaró su intención
de controlar la isla de Creta a cualquier precio y convertirla en una
poderosa base aeronaval destinada tanto a defender Egipto como a
amenazar el tráfico naval entre Italia y Libia. La importancia
estratégica de la isla tampoco había pasado inadvertida para
Hitler: en manos inglesas Creta no sólo supondría una amenaza para
el frente mediterráneo sino que desde allí los bombarderos de la
RAF podrían incluso alcanzar los vitales campos petrolíferos de
Ploesti (Rumania). En consecuencia, cuando a fines de abril de 1941
el arrollador avance de la Wehrmacht forzó a las tropas de la
Commonwealth a evacuar Grecia rumbo a Creta, se le encomendó al
general Kurt Student, comandante de las fuerzas aerotransportadas
germanas, organizar la conquista de la isla. La Operación Merkur
supondría la mayor invasión por aire llevada a cabo hasta entonces
y estaría a cargo de 8.000 soldados de la 7° División Aérea, que
tomarían tierra en paracaídas y planeadores: una vez capturados los
aeródromos de Maleme, Rétino y Heraclión, dichas tropas serían
reforzadas por la 5° División de Montaña, cuyos efectivos (con
excepción de dos batallones transportados por mar) arribarían a
bordo de aviones Junkers Ju 52.
Para
desdicha de los alemanes, los británicos estaban perfectamente al
tanto de sus planes gracias al programa de escucha y desciframiento
de las comunicaciones enemigas denominado ULTRA: por contraste, los
incompetentes oficiales de inteligencia de Student habían estimado
la guarnición de Creta en 5.000 soldados cuando la cifra real
alcanzaba los 42.000 hombres. Así, cuando el 20 de mayo de 1941 se
inició la invasión, los Fallschirmjäger
(paracaidistas) toparon con una encarnizada resistencia que les
infligió pérdidas terroríficas: al anochecer ninguno de los
objetivos había sido alcanzado, hallándose los invasores al borde
de la derrota.
Ese
mismo día una abigarrada flotilla integrada por 2 pequeños
mercantes y 19 caiques, -motoveleros típicos del Egeo- había
zarpado del Pireo llevando a bordo 2.331 Gebirgsjäger (cazadores
de montaña) cuya misión era acudir en auxilio de los paracaidistas
en Maleme. Las condiciones de navegación eran extraordinariamente
rudimentarias: cada embarcación era guiada por un teniente de la
Kriegsmarine cuyo equipamiento se limitaba a un mapa escala
1/500.000, una brújula de bolsillo y un megáfono casero a guisa de
radio. Originariamente dicha formación debía ser escoltada por el
torpedero Sirio, pero el mismo sufrió un daño en su hélice
y debió ser reemplazado por el Curtatone; sin embargo, esta
vetusta nave chocó a su vez con una mina y se hundió, con lo cual
el rol de escolta recayó en el torpedero Lupo, bajo el mando
del capitán de fragata Francesco Mimbelli. Si bien se trataba de un
buque moderno, el Lupo desplazaba sólo 800 toneladas y su
armamento se limitaba a tres cañones de 100 mm, diez de 20 mm y
cuatro tubos lanzatorpedos de 450 mm.
Al
amanecer del 21 de mayo la denominada 1° Flotilla de Motoveleros se
reunió con su escolta en la isla de Milos y se dispuso a navegar las
70 millas náuticas que la separaban de su objetivo. Sin embargo,
poco después de las 7 de la mañana el almirante Karlgeorg Schuster,
que ocupaba el cargo de Admiral
Südost (Almirante
Sudeste), ordenó primero a la formación detener su marcha y luego
retornar a Milos, basado en informes de reconocimiento aéreo
reportando la presencia de naves británicas al norte de Creta. A las
11 horas tal información se había revelado errónea y Schuster,
confiado en la afirmación de Mimbelli de que "era capaz de
alcanzar Maleme antes de la oscuridad", autorizó retomar la
marcha: sin embargo, a resultas de tal incidente la flotilla -que
debido a la precariedad de sus medios y al viento contrario se
arrastraba a la exasperante velocidad de cuatro nudos- había perdido
preciosas horas diurnas bajo la sombrilla aérea de la Luftwaffe,
demora que se revelaría fatal.
Para
entonces el almirante Sir Andrew Cunningham, comandante de la
Mediterranean Fleet, estaba enterado del inminente arribo de
refuerzos por mar, habiendo desplegado cuatro escuadrones para su
intercepción. Siguiendo las precauciones de seguridad establecidas
para ULTRA, se despachó desde Egipto un bombardero Maryland a fin de
"descubrir" a la flotilla enemiga, y al anochecer las
llamadas Fuerzas B, D y E avanzaron al encuentro del enemigo.
Contrariamente
a lo asegurado por Mimbelli, al anochecer el Lupo y su convoy
no habían alcanzado aún su objetivo, aunque las montañas de Creta
eran ya visibles en el horizonte. A las diez y media de la noche,
cuando la flotilla se hallaba a unas veinte millas de su destino, un
vigía del Lupo descubrió a un kilómetro de distancia una
silueta a la que pronto se le sumarían otras: se trataba de la
Fuerza D del contralmirante Irvine Glennie, que había penetrado al
mar Egeo por el estrecho de Antikythera y consistía en los cruceros
ligeros Ajax, Orion y Dido precedidos por los
destructores Janus, Kimberley, Hasty y Hereward.
El
Lupo no sólo se hallaba en inferioridad numérica sino que
además debía enfrentar navíos mucho más poderosos: el
desplazamiento de las unidades británicas iba desde las 1.370
toneladas del Hasty y el Hereward hasta las 7.270 del
Ajax y el Orion. En cuanto a armamento, la Fuerza D
contaba con una superioridad aplastante, sumando en total 16 cañones
de 152 mm, 8 de 133 mm, 20 de 120 mm, 9 de 102 mm, 20 de 40 mm, 64
ametralladoras de 12,7 mm y 58 tubos lanzatorpedos de 533 mm. Como si
ello no bastara, a diferencia del Lupo los barcos ingleses
disponían de radar, lo cual les confería una ventaja decisiva en
combate nocturno.
La
nave más adelantada de la formación británica era el Janus, que
había perdido contacto con los restantes destructores y se aproximó
al Lupo creyendo que se trataba del Kimberley. El buque
italiano intentó lanzar un par de torpedos con sus tubos de popa
pero un alteración de curso del Janus frustró el ataque,
tras lo cual Mimbelli ordenó tender una cortina de humo para
proteger a los caiques mientras cruzaba la línea de destructores
enemigos. Poco después topó con el Dido, al cual lanzó sus
torpedos proeles a unos 600 metros de distancia, forzando al crucero
enemigo a realizar un violento viraje a estribor. El Lupo continuó
su embestida: tras cruzar frente al Dido dio de manos a boca
con el Orion, pasando a escasos metros de su popa y
encontrándose entonces con el Ajax.
Durante
los escasos tres minutos que duró la mêlée tuvo lugar un
furioso intercambio de fuego, llegando en la confusión los cruceros
británicos a dispararse mutuamente: así, proyectiles antiaéreos
del Dido provocaron dos muertos y nueve heridos a bordo del
Orion. Si bien los torpedos destinados al primero erraron
el blanco, uno de ellos explotó en la estela del Orion
y dañó ligeramente el casco, reduciendo su velocidad a 25
nudos. El Ajax declararía haber destruído a la nave enemiga
con una andanada a quemarropa, pero la realidad era muy otra:
aprovechando el caos reinante, el Lupo había logrado
escabullirse a toda máquina en la oscuridad. Su casco había sido
acribillado por 18 proyectiles de 152 mm (de los cuales sólo tres
habían explotado debido a la extremadamente corta distancia a la que
tuvo lugar el combate) y la tripulación había sufrido dos muertos y
veintiséis heridos, pero milagrosamente sus máquinas habían salido
indemnes.
Las
indefensas naves de transporte no serían tan afortunadas: durante
las dos horas siguientes los barcos británicos se dedicaron a
rastrillar el área con ayuda de sus reflectores y, si bien los
caiques arriaron su velamen en la esperanza de pasar inadvertidos,
muchos fueron descubiertos y cañoneados. En algunos casos los
tripulantes intentaron rendirse agitando pañuelos blancos pero los
ingleses ignoraron dichas señales, llegando incluso a ametrallar a
los náufragos que se debatían en el agua antes de retirarse en
dirección al sudoeste. En total una decena de embarcaciones resultó
hundida, pero la cifra de 4.000 muertos -es decir, superior a la
cantidad real de efectivos embarcados- proclamada por Churchill y
Cunningham se revelaría una grosera exageración: gracias a la
eficaz operación de rescate que tuvo lugar con las primeras horas
del día -y que fue protagonizada por el Lupo, su gemelo Lira,
lanchas rápidas italianas e hidroaviones alemanes- la cifra
final de víctimas se limitó a 324 hombres.
El
torpedero Sagittario. Al
igual que el
Lupo pertenecía
a la Clase Spica, de la cual 30
unidades servirían en la Regia
Marina durante
la Segunda Guerra Mundial, perdiéndose
23 de ellas. Mientras
que el Lupo
sucumbiría
en diciembre de 1942 en desigual combate contra cuatro destructores
británicos mientras rescataba náufragos del mercante Veloce,
el
Sagittario
continuaría en
servicio hasta 1964, sobreviviendo así largamente a sus
contrincantes de mayo de 1941.
Para
entonces, un segundo y mayor convoy consistente en una treintena de
naves menores con alrededor de 4.000 soldados a bordo había zarpado
de Milos con destino a Heraclión: lo escoltaba el Sagittario,
nave gemela del Lupo bajo el mando del teniente de navío
Giuseppe Cigala Fulgosi. Sin embargo, alertado por reportes de
unidades enemigas en el área, a las ocho y media de la mañana el
almirante Schuster ordenó a dicha 2° Flotilla de Motoveleros
invertir su curso. Esta vez la información del reconocimiento aéreo
se reveló correcta: era la Fuerza C del contralmirante E. L. S.
King, que había sido previamente atacada sin consecuencias por media
docena de MAS (lanchas torpederas) italianas y consistía en los
cruceros ligeros Perth, Naiad, Calcutta y Carlisle y
los destructores Nubian, Kandahar y Kingston. Un
solitario sobreviviente del primer convoy fue interceptado por el
Perth y, a pesar de que el caique se rindió izando la
bandera blanca y arriando sus botes salvavidas, el crucero
australiano abrió fuego con sus pom-poms (piezas antiaéreas
de 40 mm) y lo echó a pique.
A
las 8.47 hs el Sagittario se hallaba dedicado a recolectar a
los caiques dispersos cuando sus vigías descubrieron al sudeste la
ominosa humareda que señalaba la aproximación de una formación
enemiga. Parecía anunciarse una repetición de la tragedia de la
noche anterior, pero sin amilanarse Cigala Fulgosi ordenó a los
transportes dispersarse mientras tendía una cortina de humo:
seguidamente, y a fin de ganar tiempo, el pequeño buque cargó
resueltamente contra la formación enemiga a despecho de su
desesperanzadora inferioridad.
Poco
después de las nueve de la mañana el Sagittario abrió
fuego a 12 km de distancia, entablando seguidamente un duelo
artillero con el Kingston y logrando alcanzar a su adversario
en el puente con dos granadas de 100 mm. Ni siquiera el arribo del
Perth y el Naiad logró intimidar al torpedero
italiano, quien se abalanzó contra los cruceros lanzándoles cuatro
torpedos.
Fue
entonces, cuando la suerte del convoy y su valerosa escolta parecía
sellada, que un grave y áspero ronroneo hizo levantar la vista a los
marinos ingleses: se trataba de una formación de bombarderos Junkers
Ju 88 que acudía en auxilio de la 2° Flotilla de Motoveleros. Desde
sus cabinas los aviadores alemanes podían ver los diminutos caiques
huyendo penosamente hacia el norte, seguidos pocas millas atrás por
el escuadrón británico: entre ambos, zigzagueando en medio de una
cortina de humo y sin dejar de disparar, se hallaba el Sagittario.
A una orden del capitán Cuno Hoffmann la formación picó en
medio del fuego antiáereo, iniciando lo que sería una intensa e
ininterrumpida serie de ataques a cargo de máquinas Bf 109, Bf 110,
Do 17, He 111, Ju 87 y Ju 88 del VIII. Fliegerkorps.
Ahora
eran los británicos quienes se hallaban en una situación crítica.
Debido a que King había ordenado a sus destructores adelantarse para
atacar a los transportes y que el Carlisle sólo alcanzaba una
velocidad de 21 nudos, las naves inglesas se hallaban dispersas e
imposibilitadas de apoyarse mutuamente. Desde el Sagittario pudo
verse una columna de agua que se elevaba del segundo crucero
enemigo (Naiad), lo que llevó a Cigala Fulgosi a reclamar un
impacto de torpedo. (Si bien algunos historiadores han descartado tal
versión, atribuyendo en cambio la explosión a una bomba,
testimonios contemporáneos dan cuenta de un torpedo que alcanzó al
Naiad sin detonar).
Finalmente,
a las 9.28 hs King, ignorante debido al humo de toda la dimensión de
la flotilla enemiga y alarmado por la munición antiaérea que ya
comenzaba a escasear, ordenó a los destructores abortar su ataque y
seguidamente emprendió la retirada en dirección al oeste para
reunirse con las Fuerzas A 1 y B. En cuanto al Sagittario, logró
retornar con su convoy intacto al Pireo, donde Cigala Fulgosi fue
llevado jubilosamente en andas por los agradecidos cazadores de
montaña.
Previsiblemente,
la reacción de los superiores de King ante su desempeño distó de
ser igualmente entusiasta. Aún teniendo en cuenta el rol decisivo
jugado por la Luftwaffe, el hecho de que un torpedero enfrentara
exitosamente a cuatro cruceros ligeros y tres destructores constituía
un ignominioso fiasco para la Royal Navy, habituada a mirar con
desdén a su adversario. Cunningham declaró que "el lugar
más seguro para el escuadrón hubiera sido en medio de los barcos
enemigos", mientras que Churchill escribiría
posteriormente: "El repliegue del contraalmirante no
salvó a su escuadrón del ataque aéreo. Probablemente sufrió
tantas pérdidas en su retirada como las que hubiera tenido
destruyendo el convoy". En efecto, durante el resto del día
los barcos ingleses serían acosados en forma inmisericorde por la
Luftwaffe, ansiosa por vengar a la 1° Flotilla de Motoveleros, y la
situación empeoraría debido a una serie de decisiones de King que
implicaron la fatal dispersión de sus unidades. Primero ordenó al
Greyhound abandonar la cobertura del escuadrón para
destruir un solitario caique frente a la isla de Antikythera,
pero al retornar el destructor fue hundido a su vez por ocho Stukas;
en consecuencia, el contraalmirante despachó al Kandahar y el
Kingston para rescatar a los sobrevivientes, pero los mismos
fueron blanco de una oleada de feroces ataques que incluyeron el
ametrallamiento de botes salvavidas; finalmente, King destacó en
apoyo de los destructores a los flamantes cruceros Gloucester y
Fiji, ignorando que los mismos ya habían consumido el
75% de su munición antiaérea. Para cuando el comandante británico
reparó en su error ya era demasiado tarde: mientras intentaban
reunirse con el resto de la flota primero el Gloucester y
luego el Fiji sucumbieron a las bombas alemanas, perdiendo la
vida 694 y 241 tripulantes respectivamente.
Si
bien la Mediterranean Fleet podía jactarse con justicia de
haber impedido una invasión por mar (recién al final de la batalla
desembarcarían 3.000 efectivos italianos en la parte oriental de la
isla), la captura del aeródromo de Maleme por parte de los
Fallschirmjäger y la consecuente llegada de refuerzos por vía
aérea terminaron por inclinar la balanza a favor del Eje: el 28 de
mayo los defensores emprendieron la evacuación de Creta, la cual
concluyó cuatro días más tarde. Por primera -y hasta ahora única-
vez en la Historia una isla había sido conquistada por aire, y en lo
que fue el primer choque a gran escala entre fuerzas aéreas y
navales la Royal Navy había sufrido una dura derrota, saldada con
tres cruceros y seis destructores hundidos y un portaaviones, tres
acorazados, seis cruceros y siete destructores dañados, pereciendo
asimismo 1.828 marinos británicos.
Tanto
Mimbelli como Cigala Fulgosi serían condecorados por su actuación
con la Medalla de Oro al Valor Militar: posteriormente el primero
comandaría en forma destacada la 101° Flotilla MAS en el Mar Negro
y continuaría su carrera en la posguerra, mientras que el segundo,
al mando del torpedero Impetuoso al producirse en septiembre
de 1943 el cambio de bando de Italia, decidió hundir su nave frente
a Mallorca a fin de evitar su captura tanto por parte de los Aliados
como de los alemanes. El desempeño del Lupo y el Sagitario
no sería olvidado: décadas más tarde dos fragatas de la Marina
Militare serían bautizadas en su honor, y actualmente un
destructor misilístico y una nave de patrulla oceánica portan
respectivamente los nombres de Francesco Mimbelli y Comandante
Cigala Fulgosi.
Mario
Díaz Gavier
©
2015, Mario Díaz Gavier
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