jueves, 13 de marzo de 2008

LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA

El conflicto de la alianza integrada por Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay representó el colofón de la centenaria pugna entre los imperios español y portugués por el dominio de la cuenca del Plata, con una importante salvedad: la reversión de alianzas que supuso el acercamiento de los otrora rivales Argentina y Brasil.
En 1863 el general colorado Venancio Flores encabezó en Uruguay una revuelta contra el gobierno blanco, contando con el apoyo de Buenos Aires y Río de Janeiro. Los pedidos de auxilio del gobierno uruguayo hallaron eco en Francisco Solano López, presidente de Paraguay, que interesado por acceder al puerto de Montevideo y acabar con la dependencia del río Paraná como único nexo de su país con el exterior decidió imprudentemente abandonar el aislacionismo que Paraguay mantenía desde 1811 e intervenir en la crisis oriental: sin embargo, los planteos realizados al presidente argentino Bartolomé Mitre y al emperador brasileño Pedro II se mostraron estériles.
En agosto de 1864 Brasil abandonó su ostensible neutralidad y, con la excusa de presuntos atropellos cometidos por las fuerzas gubernamentales contra ciudadanos brasileños residentes en Uruguay, comenzó a participar militarmente en la guerra civil a favor de Flores. Un ultimátum de Francisco Solano López no fue atendido, lo cual movió al mariscal paraguayo a capturar el vapor imperial Marquês de Olinda en noviembre de ese año y emprender al mes siguiente la conquista del disputado territorio del Mato Grosso.
El 2 de enero de 1865 Paysandú, defendida heroicamente por las fuerzas leales, caía en poder de Flores tras un mes de feroces combates y un aterrador bombardeo de la escuadra brasileña, que se había provisto de munición en el Parque de Buenos Aires. Finalmente, el 20 de febrero –aniversario de la batalla de Ituzaingó- las tropas imperiales desfilaban triunfalmente por las calles de Montevideo: Flores asumió la presidencia y sumó a Uruguay al conflicto entre Brasil y Paraguay.
Para entonces Francisco Solano López había solicitado a Argentina permiso de paso a través de Misiones para invadir Rio Grande do Sul, pedido que al ser denegado defraudó las expectativas que el caudillo entrerriano Urquiza despertara en el presidente paraguayo. Irritado por el hostigamiento de la prensa porteña –que atacaba violentamente a López y exigía que Argentina se aliara con Brasil en su lucha contra Paraguay-, alarmado por la organización en Buenos Aires de grupos de disidentes paraguayos y esperanzado con la idea de provocar una secesión de Buenos Aires por parte de las restantes provincias, el mariscal López tomó la fatídica decisión de emprender la invasión de Corrientes.
El 13 de abril de 1865 dos buques argentinos surtos en el puerto de Corrientes eran capturados por una flotilla paraguaya y al día siguiente la ciudad sufría el mismo destino. El 1° de mayo los gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay firmaban el Tratado de la Triple Alianza, cuyo fin era deponer a López, eliminar el poderío militar de Paraguay (incluyendo la demolición de la fortaleza de Humaitá) y adjudicarse territorios en litigio: fue nombrado generalísimo de las fuerzas aliadas el presidente Mitre.
El doble avance guaraní a lo largo de los ríos Uruguay y Paraná fue de corta duración: tras haber conquistado Uruguayana, la primera de dichas agrupaciones sufrió una aplastante derrota en Yatay y debió capitular el 18 de septiembre, mientras que la segunda fuerza se mantuvo inactiva en las cercanías de Corrientes y finalmente pudo ser evacuada en octubre gracias a la pasividad de la escuadra brasileña.
Tras varios meses de preparación, el 16 de abril de 1866 los aliados efectuaron el exitoso cruce del Paraná, estableciendo una firme cabeza de puente en territorio enemigo. Tras el indeciso encuentro de Estero Bellaco, los aliados se establecieron en Tuyutí: allí fueron atacados el 24 de mayo por el enemigo, que sufrió una terrible derrota en lo que fue la mayor batalla de la historia sudamericana.
Sin embargo, el ejército aliado se mostró incapaz de sacar provecho de su victoria y los meses siguientes fueron testigos de una frustrante inactividad rota fugazmente por violentos combates. El intento de flanquear las posiciones enemigas por el río Paraguay con el apoyo de la escuadra obtuvo la captura de Curuzú pero tuvo un trágico final el 22 de septiembre cuando argentinos y brasileños atacaron frontalmente las posiciones paraguayas en Curupaytí, sufriendo más de 4.000 bajas contra menos de 100 del enemigo. La derrota paralizó las operaciones por diez meses, debilitó aún más la ya menguada autoridad de Mitre y provocó levantamientos en Argentina para cuya represión fue menester retirar tropas del frente. A ello se sumaron las epidemias de cólera en marzo y septiembre del año siguiente, que provocaron innumerables bajas entre ambos beligerantes.
A partir de febrero de 1867 el mando de las fuerzas aliadas fue asumido (primero en forma interina y después definitiva) por el marqués de Caxias, ex ministro de guerra brasileño. A fines de julio de ese año se inició el cerco de Humaitá, al tiempo que las fuertes críticas obligaban a la marina imperial a salir de su inactividad: pero recién el 25 de julio de 1868 los aliados pudieron ocupar la fortaleza, evacuada ya por el enemigo.
La nueva línea defensiva paraguaya en el arroyo Piquisirí fue flanqueada por la orilla chaqueña, lo que permitió a los brasileños desembarcar a espaldas del enemigo. En diciembre de 1868 tuvieron lugar las sangrientas batallas de Itororó, Avahy y los dos encuentros de Lomas Valentinas: la última de las batallas citadas fue protagonizada mayormente por el contingente argentino y marcó la derrota de López, que pudo huir en último momento. Pocos días más tarde las tropas brasileñas hacían su entrada en Asunción, que fue saqueada por la soldadesca.
La guerra se prolongaría durante casi quince meses más, pasando el mando de las fuerzas aliadas al duque de Eu, yerno del emperador brasileño. Tras las desiguales batallas de Peribebuy y Acosta-Ñú en agosto de 1869 el conflicto se redujo a la persecución de los restos del ejército de López por partidas enemigas: finalmente, el 1° de marzo de 1870 el mariscal fue descubierto y muerto junto con sus acompañantes en Cerro Corá, en el extremo noreste del país.
La rivalidad entre Argentina y Brasil, que había permanecido latente durante la contienda, afloró una vez terminada ésta: violando el Tratado de la Triple Alianza, el imperio firmó la paz por separado con Paraguay y objetó las pretensiones territoriales argentinas. Recién en 1876 se zanjaría definitivamente la cuestión, conservando Paraguay la mayor parte de su superficie pero debiendo aceptar que Brasil se apoderara del territorio en litigio entre los ríos Apa e Igurey y que Argentina confirmara la posesión de Misiones y Formosa. Tal fue el magro resultado de la mayor guerra internacional de la segunda mitad del siglo XIX, entre cuyas características se contó el uso de armas modernas tales como cañones y fusiles rayados, telégrafo y buques blindados y la pérdida por parte de Paraguay del 60% de su población: consecuencia principalmente de las epidemias y hambrunas que asolaron la región y el valor rayano en el fanatismo del soldado guaraní.
Mario Díaz Gavier

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